Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. La última
etapa duró nueve días, en ese lapso mi papá batalló como un toro por su vida. Luchó
como lo había hecho toda su existencia, no obstante su mal estaba muy avanzado
y las circunstancias del entorno no eran las mejores.
Viví en carne propia la
crisis en los centros hospitalarios de Venezuela. En el Seguro Social de Las
Garzas observé y padecí el congestionamiento de pacientes, la ausencia de
insumos y la falta de atención.
Los médicos y enfermeras
no se daban abasto para atender el flujo de pacientes. Y, aunado a todo esto se
le sumaba la carencia de medicamentos.
Los familiares tienen
que buscar hasta los algodones para sus pacientes; es una tragedia de
dimensiones insospechables.
Quienes tienen o hemos
tenido a parientes en los hospitales públicos hemos vivido el suplicio de
conseguir medicamentos por todas partes. Cadenas de Whatsaap, peregrinajes por
farmacias, de todo un poco hemos tenido que hacer para lograr el objetivo de hallar
unas pastillas o un frasco de cualquier remedio.
Vi como los médicos
llegan a un punto anímico que mezcla la rudeza y la entrega. Ellos batallan con
la muerte sin tener las herramientas para vencerla, cuando lo hacen es un logro
increíble, y cuando no, caen derrotados sabiendo que hicieron lo que pudieron
hacer con las condiciones más adversas.
En Venezuela pasa lo que
en ningún otra parte sucede. Los pacientes se mueren por no disponer de
tratamientos médicos, y no sólo le ocurre a aquellos que carecen de dinero,
sino que teniendo los recursos no consiguen los insumos.
Este drama se extiende
por todo el país. Los venezolanos estamos a la buena de Dios, gracias a un
Gobierno nacional que no le interesa lo que sufrimos los de a pie.
Mientras Maduro come en
grandes restaurantes de Estambul, nosotros en Venezuela no tenemos ni como
sanar a nuestra gente. ¡Qué ironía! Y más, si pensamos que ellos se decían los
protectores del pueblo venezolano.
Mi padre es solo un
ejemplo de lo que tienen que pasar los venezolanos. Él sucumbió por la
enfermedad que lo acongojaba y también por la negligencia de un régimen que no
invierte en la salud de la población.
Como quisiera que en
Venezuela esto no ocurra más. Cómo quisiera que la salud fuese una prioridad
para aquellos que ostentan el poder en Miraflores, pero no, para ellos lo vital
es seguir comprando chatarras chinas que
no tienen valor real.
Como venezolano alzo mi
voz por un cambio real y efectivo. No podemos permitir que más venezolanos
fallezcan por falta de insumos en los hospitales. Esta crisis humanitaria debe
parar ya.
Porque en este momento
sufren los pacientes y sufren sus familiares. Y todo esto ocurre mientras
Maduro sigue bailando salsa frente a las cámaras de televisión y de los
celulares de sus seguidores que lo publican en las Redes Sociales.
Con la salud no se
juega, y el régimen ha jugado con la vida de todos los venezolanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario