jueves, 20 de septiembre de 2018

Suplicio del enfermo


Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  La última etapa duró nueve días, en ese lapso mi papá batalló como un toro por su vida. Luchó como lo había hecho toda su existencia, no obstante su mal estaba muy avanzado y las circunstancias del entorno no eran las mejores.

Viví en carne propia la crisis en los centros hospitalarios de Venezuela. En el Seguro Social de Las Garzas observé y padecí el congestionamiento de pacientes, la ausencia de insumos y la falta de atención.

Los médicos y enfermeras no se daban abasto para atender el flujo de pacientes. Y, aunado a todo esto se le sumaba la carencia de medicamentos.

Los familiares tienen que buscar hasta los algodones para sus pacientes; es una tragedia de dimensiones insospechables.

Quienes tienen o hemos tenido a parientes en los hospitales públicos hemos vivido el suplicio de conseguir medicamentos por todas partes. Cadenas de Whatsaap, peregrinajes por farmacias, de todo un poco hemos tenido que hacer para lograr el objetivo de hallar unas pastillas o un frasco de cualquier remedio.

Vi como los médicos llegan a un punto anímico que mezcla la rudeza y la entrega. Ellos batallan con la muerte sin tener las herramientas para vencerla, cuando lo hacen es un logro increíble, y cuando no, caen derrotados sabiendo que hicieron lo que pudieron hacer con las condiciones más adversas.

En Venezuela pasa lo que en ningún otra parte sucede. Los pacientes se mueren por no disponer de tratamientos médicos, y no sólo le ocurre a aquellos que carecen de dinero, sino que teniendo los recursos no consiguen los insumos.

Este drama se extiende por todo el país. Los venezolanos estamos a la buena de Dios, gracias a un Gobierno nacional que no le interesa lo que sufrimos los de a pie.

Mientras Maduro come en grandes restaurantes de Estambul, nosotros en Venezuela no tenemos ni como sanar a nuestra gente. ¡Qué ironía! Y más, si pensamos que ellos se decían los protectores del pueblo venezolano.

Mi padre es solo un ejemplo de lo que tienen que pasar los venezolanos. Él sucumbió por la enfermedad que lo acongojaba y también por la negligencia de un régimen que no invierte en la salud de la población.

Como quisiera que en Venezuela esto no ocurra más. Cómo quisiera que la salud fuese una prioridad para aquellos que ostentan el poder en Miraflores, pero no, para ellos lo vital es seguir comprando chatarras chinas  que no tienen valor real.
Como venezolano alzo mi voz por un cambio real y efectivo. No podemos permitir que más venezolanos fallezcan por falta de insumos en los hospitales. Esta crisis humanitaria debe parar ya.

Porque en este momento sufren los pacientes y sufren sus familiares. Y todo esto ocurre mientras Maduro sigue bailando salsa frente a las cámaras de televisión y de los celulares de sus seguidores que lo publican en las Redes Sociales. 

Con la salud no se juega, y el régimen ha jugado con la vida de todos los venezolanos.



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