Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. ¿Qué
significan Rusia y China para el gobierno venezolano? Para Nicolás Maduro puede
ser su panacea. Su último bote para salvar el proyecto ideológico que dirige.
Los rusos y chinos quienes
como titiriteros, al lado de los cubanos, son los que mueven los hilos del
poder económico y político dentro del país.
La figura presidencial
en Venezuela puede quedar renegada como una especie de virreinato de los
poderes imperiales que emanan de la China comunista o de la Federación Rusa.
Y, además los rusos y
los chinos son los acreedores de nuestra alicaída economía. Ellos son los
dueños de lo poco que nos queda a los venezolanos.
El petróleo está
hipotecado, y las reservas de minerales preciosos en el denominado Arco Minero van
por la misma vía. Es decir, que las riquezas nacionales son parte de la
rebatiña que la economía sufre.
Los rusos y chinos mandan
sobre Miraflores. Los discursos de patriotismo de los afectos al régimen se han
quedado en eso, en simples palabras.
Este régimen que acusó a
los adecos y copeyanos de velar por los intereses de los norteamericanos, no
tiene moral para hablar de nada, ya que en este período el país ha sido una
especie de apéndice o peón en el juego de ajedrez de Cuba y los reductos del
izquierdismo mundial.
Los venezolanos,
tristemente hay que decirlo, perdimos el control de lo que acontece en nuestra
propia nación, somos parte de un poder internacional resentido y despechado que
trata de editar sus días gloriosos durante los años de la Guerra Fría.
¿Qué hacer frente a esta entrega de la soberanía
nacional? El pueblo venezolano debe seguir resistiendo contra un modelo que nos
ha llevado a la crisis total.
El venezolano de a pie,
que no consigue comida o que no le alcanza para comprar los alimentos
necesarios para sobrevivir, debe mantenerse firme en la defensa de sus
derechos.
Debe reconocer que
Maduro no quiere a los venezolanos ni al país y que su único propósito es el
poder por el simple hecho de tenerlo y disfrutar de él.
El ciudadano que no
aguanta más, ese que no conoce los detalles de las relaciones internacionales y
de los efectos reales de los pésimos manejos de la macroeconomía, es el que
debe salir a expresar su inconformidad a través de los medios democráticos.
Venezuela debe dejar de
ser una pieza en los mapas de guerra política internacional.
El extinto Jefe de
Estado, Hugo Chávez, creyó que había creado una plataforma de vocería política
para el país, pero se equivocó, siempre fue un instrumento manipulado por los
reales jugadores dentro de la geopolítica.
Los gobiernos de Pekín y
Moscú, aliados a la Habana, se han
beneficiado de las posiciones dogmáticas de Caracas y de cierta manera de los
criterios de Brasil, Ecuador, Bolivia, gracias a mandatarios como Lula Da
Silva, Rafael Correa y Evo Morales.
Lo cierto, es que un
cambio de gobierno en Venezuela no es simplemente la reestructuración de la
realidad económica, social y política dentro de la nación, sino un factor que
evaluar en las maniobras de los grandes jugadores como Rusia y los Estados
Unidos de Norteamérica.
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