Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. Las
kilométricas colas para acceder a productos regulados se han convertido en los
escenarios de la “guerra económica”, no desde el punto de vista propagandístico
del régimen, sino como espacios donde los venezolanos se debaten por obtener un
kilo de harina precocida o de pasta.
Mujeres empujándose,
insultándose, y hasta llegando a la agresión física, hombres intimidándose los
unos contra los otros, sacándose cuchillos de los bolsillos y hasta armas del
cinto, son parte de la cotidianidad de las colas.
Caos... |
Muchedumbres corriendo
de un abasto a otro, niños llorando, disparos al aire, gritos y vulgaridades
son parte de una receta que día a día observamos en todos los rincones del
país.
La “Guerra de las colas”
es producto de las prácticas equivocadas de un socialismo que fracasó, fracasa
y fracasará en todo el mundo, son las equivocaciones de un dogmatismo nacido
del error teórico y de unos sueños febriles.
Mientras en Miraflores
siguen empeñados en un discurso doctrinariamente caduco, en las calles de
Venezuela presenciamos las consecuencias de las decisiones ideológicas de un
régimen que está sacrificando a su gente.
Sí, en Venezuela estamos
viendo como un grupo de señores que ostenta el poder están sacrificando a
millones de personas tan solo por el afán de conservar el poder en sus manos.
Allá, en la cúspide del
poder, no se siente y no se ven los hechos de violencia que se viven en medio
de la “Guerra de las colas”, ellos no presencian los intentos de saqueos o los
locales destruidos por la furia ciudadana de un pueblo con hambre.
Ellos no observan la
impotencia de ciudadanos al quedarse sin nada mientras que militares, policías
y demás funcionarios se llevan de los locales paquetes repletos de comida.
Una cotidianidad en Venezuela |
Los ánimos en la calle
se caldean, los venezolanos están pasando hambre, los ciudadanos se están
desesperando al no poder calmar las ganas de comer de sus hijos. Esto es una
caldera a punto de explotar, pero pareciera que en Miraflores están buscando
justamente eso que el país estalle.
Socialmente Venezuela es
un polvorín, cualquier chispa puede encender la llama de la convulsión popular
y frente a esto el señor Nicolás Maduro se encuentra recorriendo toda la
pradera con un fosforo encendido en las manos.
La Guerra de las colas
es tan solo el inicio de lo que pudiera convertirse en una catástrofe social de
pronóstico reservado. Estamos frente al abismo y el régimen está empeñado en
dar el paso hacia adelante que nos llevará al colapso definitivo.
El cambio, a través del
referendo revocatorio, la renuncia, o las manifestaciones de calles pacíficas y
populares, es necesario para darle un viraje definitivo a la vida nacional,
emprender el camino de la reconstrucción venezolana y la redemocratización de
nuestras instituciones.
Pero, ¿cómo hacer que
cesen las batallas sociales en los abastos de asiáticos, y en el resto de los
expendios de alimentos? Sencillo cambiando el modelo económico, sacando a
Maduro de la Presidencia de la República y reiniciando la senda de la libertad
nacional.
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