Cogito ergo sum-.
¿En quién confiar cuando nos
sentimos presos entre las rejas de la desesperanza? ¿A quién acudimos cuando la
soledad golpea nuestros corazones? ¿A quién debemos pedirle socorro cuando nos
sentimos dominados por la desilusión? La respuesta es a Dios.
Esta semana quiero
dedicar estas palabras al Ser Supremo. Él que nos ha dado la vida, y que nos ha
colmado de bendiciones, quien nos ama con el amor más puro y sincero, porque es
en Él en quien debemos confiar en cada momento.
Deseo, desde lo más
profundo de mi ser, que este artículo sea expresión cotidiana del ecumenismo
que debería reinar en nuestras sociedad, está dedicado a mis hermanos
católicos, a los hermanos separados de todas las definiciones protestantes, a
todos los que confiamos en un Dios único y misericordioso.
Cuando nuestro país
atraviesa uno de los momentos más difíciles de su historia, cuando la crisis
económica golpea a todos por igual, debemos acudir a Dios y pedirle con
humildad y corazón abierto que nos ilumine el camino.
Siempre he sido un
defensor de que la santidad vive en cada uno de nosotros y la expresamos en la
medida que la bondad, compasión, la caridad y el amor se manifieste en cada una
de nuestras acciones.
Desde una simple
sonrisa, un aliento, hasta el sacrificio por caridad son demostraciones fieles
de ese cristianismo que nos anima siempre a dar todo por el bien común.
San Juan Pablo II dijo
una vez “no tengáis miedo”. Hoy los venezolanos, que creemos y confiamos en Dios
Todopoderoso, no podemos tener temor a nada y mucho menos a nadie.
Sé, porque confío en el
Señor, que nuestro país saldrá adelante, que vencerá las sombras que trata de
dominarlo y se levantará con la cara al sol con la fe inmovible en Dios y en el
pueblo sabio.
Dios nos habla de
diferentes formas, nos muestra las salidas a las situaciones difíciles por
distintos medios. El mensaje de Lorenzo Mendoza fue motivado por algo muy
superior a él, fue un medio que el Señor empleó para decirnos directamente que
existe esperanza.
El Padre de los cielos
jamás nos abandonará, Él como siempre estará a nuestro lado a pesar que en
ocasiones tomamos la decisión de apartarnos de Él, porque ese alejamiento es
del hombre para con Él y no de Él para con sus hijos.
Los invito, a todos los
que me leen, a que confiemos en Dios más que nunca.
Existe un mañana mejor
para cada uno de nosotros. Existe un porvenir de esperanza y de progreso, no
desmayemos ante las piedras que se nos atraviesan en la vida.
El Señor es tan grande y
misericordioso que envió a su Hijo para que muriera en la Cruz por la salvación
de nuestros pecados. Así de infinito es su amor para con todos nosotros.
Y recuerda que al sentirte
desalentado, solo, desilusionado, triste, siempre puedes acudir a Dios, sus oídos
siempre estarán para ti.
Dios es tan buen amigo
que no nos interrumpe cuando hablamos con Él en devota oración. Él simplemente
nos escucha, y misteriosamente nos orienta hasta la solución.
Pongamos todos nuestros
problemas, pongamos al país entero, a cada uno de los venezolanos en las manos
de Dios Todopoderoso y en su santo hijo, Jesucristo.
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