Cogito ergo sum-. Salíamos de Caracas esa noche, mi padre había
comprado un automóvil; íbamos los tres juntos luego de una breve estadía en la
capital. ¡Sí! Notamos un movimiento raro
en las calles de aquella ciudad, sin embargo nada que supondría lo que más
tarde sería un hecho.
Rodamos con el carro nuevo hasta
llegar a Puerto La Cruz. Ya era de mañana, el sol brillaba.
Corriendo salí, con la energía
que me daba el poseer apenas 7 años de edad, a encender el televisor del cuarto
de mis padres mientras estos cansados desempacaban.
La imagen en la televisión era
como un película de acción, se veían hombres de uniforme deambulando por todos
lados, protegidos por carros que servían de barricadas y una reportera trataba
de reseñar los sucesos.
Pensé, como parte de la inocencia
de aquellos días, que era un film de guerra; la equivocación infantil
rápidamente fue disipada.
Mi madre volteó a ver lo que se
transmitía por la pequeña pantalla.
“¿Qué? están dando un golpe de
estado”, esa fue la expresión que recuerdo como si fuera ayer. Mis padres que
estaban ensimismados en sus azares le prestaron atención a lo que se informaba
por los medios de comunicación.
Recordamos, o más bien ellos
recordaron, que nos habíamos topado con una tanqueta, en ese momento el
comentario fue normal, “tranquilo, seguro va hacia el cuartel”.
La realidad era otra era uno de
los destacamentos alzados en contra de Carlos Andrés Pérez, el presidente que
el pueblo venezolano había elegido en elecciones democráticas.
Al poco tiempo las informaciones
fueron apareciendo. Poco después el señor Presidente salía por los medios de
comunicación: “Todo está en calma”… “la sublevación ha sido controlada”.
Era cierto, los golpista estaban
diezmados en la ciudad de Caracas, sin embargo el cristal de la democracia se
había roto por completo.
Recuerdo este episodio de mi
niñez, para entablar con ustedes apreciados lectores un análisis que va más
allá de la difusión memoria de un infante. Para preguntarles ¿Es que vamos a
permitirnos el pecado de olvidar la cantidad de muertos militares y civiles del
4 de febrero de 1992?
¿Será acaso que dejaremos que la
única versión que sea relatada a los jóvenes, que ni siquiera habían nacido en
esos días, sea la que ellos manejan? ¿Dejaremos pasar el strike de la
celebración de un día negro para el país y la democracia?
Tenemos que darle un parao a
esto; ninguno de los venezolanos que tenemos memoria podemos aceptar que se
trate al 4 de febrero como un día de “gloria” nacional, porque ese día, señores
y señoras, el país se nos vino abajo.
Por años ellos, los enchufados
del gobierno, hablaban de una rebelión cívico-militar, creo sin duda alguna que
su GOLPE de estado no fue cívico, sino que su actitud de ayer y de hoy es “cínica”;
ellos no contaron con el pueblo el 4F, eso es totalmente falso, los venezolanos
se quedaron en un 99% de los casos en sus casas.
Un movimiento cívico, que contó
con el apoyo militar, fue el 23 de enero de 1958. ¡Y esa fecha es vilipendiada
por los eruditos rojos!
Sin entrar en pormenores sobre el
23-E, de lo cual tengo como nacionalista mis ideas claras, les puedo decir que
los venezolanos que nos duele el país, que sentimos la sangre correr por nuestro
cuerpo no podemos dejar que solamente los oficialistas cuenten la historia.
Está prohibido olvidar… Porque al
hacerlo traicionamos la memoria de tantos hombres y mujeres que han perdido la
vida a lo largo de estos últimos 22 años.
Twitter: @jdsolorzano
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