Cogito ergo sum-. Sus rostros eran jóvenes así como sus sueños e
ilusiones. ¡Tan parecidos los de ayer, los de hoy, como los de todos los
tiempos! Sí, era la muchachada tricolor que vive y siempre vivirá.
Aquél 12 de febrero de 1814
salieron a combatir al más terrible de los tiranos, él era el desorden, la
prédica del caos hecha cuerpo y sangre. Lucharon contra José Tomás Boves y sus
forajidos.
Si hubieran apostado, todos,
simplemente TODOS, hubiesen apoyado a aquel sátrapa de orilla, que su sólo
nombre hacía poner al más guapo la piel de gallina. Y así todos hubieran
perdido sus monedas, porque aquí, igual que en la Biblia, David venció a
Goliat.
El General José Félix Ribas
conociendo la apremiante situación que lo rodeaba, y entendiendo que sus
escasas tropas por sí solas no podían hacerle frente al ejército realista
ordenó el enrolamiento de todos los estudiantes de la ciudad de la Victoria, y
aquellos adolescentes, algunos de pantalón corto con disposición y honor
levantaron las banderas de la libertad.
Alrededor de mil jóvenes, armados
especialmente con su fe y determinación, salieron a batallar. Cerca de 85
estudiantes del Seminario de Santa Rosa de Lima se echaron a la ataque con
devoción por lo justo.
Palabras más, palabras menos,
luego de una jornada entera de forcejeos entre los mozalbetes patriotas y los
asesinos realistas, los primeros resistieron con valentía y cuando el ocaso
llegó, y luego de recibir el apoyo de 220 jinetes a las órdenes de Vicente
Campo Elías, hicieron retroceder al “urogallo”.
Ese mismo espíritu de mucha y de
esperanza. Esa sensación de vencer obstáculos y de avanzar rumbo al mañana es
lo que nos permite hoy seguir adelante;
a inicios del siglo pasado otras generaciones la del 28 y 36, se impusieron a
modelos de represión y por sus esfuerzos nació la democracia.
¡Entonces! No podemos negar
nuestra estirpe de guerreros. La generación de quien escribe, esa que aún no
llega a los 30 años o que no supera los 35, estuvo batallando duramente, en
aquellos días en que decir que no se era “chavista” era un pecado casi mortal.
Nosotros, éramos pocos y sin
embargo protagonizamos una reyerta histórica que mantuvo viva la esperanza en
el mañana. Éramos minúsculos en número y sin duda alguna unos gigantes en la fe
y en los pensamientos de amor hacia la nación; luego vino el Movimiento
Estudiantil que marcó un hito en nuestra lucha contra el socialismo hambreador.
Todos, absolutamente todos, hemos
sido importantes y lo seguiremos siendo.
Al momento de redactar estas
líneas veo, siento, palpo a esa juventud que sale de la Universidad de Oriente,
de la Universidad Santa María, de la Gran Mariscal de Ayacucho, del Santiago
Mariño, aquí en Puerto La Cruz, a protestar por la Venezuela que ellos merecen
y por la cual están dispuestos a guerrear.
Observamos como el país nacional
se vuelca a las calles a manifestar su inconformidad…
Este 12 de Febrero, Día de la
Juventud, día de José Félix Ribas y de sus valientes jóvenes, día de la
muchachada tricolor que está hoy más activa que nunca, en la calle batallando,
soñando y creando futuro, se demostró que no hay nada, ni nadie que paralice a
la juventud venezolana.
La unidad en la calle es con
sabor popular, juvenil y cada vez más masivo.
PD: Hagan silencio absoluto… Escuchen,
¡Sí, escuchen!... ¡Lo escuchan! Eso que suena son los dientes de Maduro que tiritan
del miedo.
Twitter: @jdsolorzano
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