lunes, 17 de junio de 2013

Política=Religión

¿Santo o demonio?
(Foto Reporteros 24)
Mar de Leva (@jdsolorzano)-. Siempre ha existido una pugna ancestral entre los políticos y los representantes de la religión; en muchas ocasiones candidatos y líderes políticos han intentado arroparse con el manto de la religiosidad popular para obtener mucho más afectos, alcanzando a través de esta técnica mayor “devoción” de sus simpatizantes.

En la actualidad podemos manejar varios ejemplos, en los Estados Unidos el tema religioso es tomado en cuenta entre los perfiles de los candidatos a gobernadores, representantes, senadores y presidentes de la república, en aquella nación preponderantemente protestante sólo ha llegado a la oficina Oval un católico, Jhon F. Kennedy, joven demócrata de origen irlandés.

Siempre se ha hablado que dé cuanto a cuento nacen hombres predestinado a grandes cosas, emergen como fuerza de la naturaleza líderes destinado a dirigir y vencer, tal vez esto sea así, pero lo que es evidente es que nuestros pueblos, sobre todo los latinoamericanos, poseemos una predilección por lo mágico, lo irreal, lo que los obliga cada cierto tiempo hacer esfuerzos para conseguir ese “Cid campeador” de la nueva era.
Velas  a una foto. El santo de un gobierno comunista

En reiteradas ocasiones surgen líderes que se amparan en las creencias culturales de los pueblos para introducir mensajes estratégicos en los públicos metas; en este momento en Venezuela desde hace algún tiempo es objeto de un movimiento político que pretende crear la “religión del chavismo”.

No es casual que lentamente estén apareciendo en la calle rosarios con la imagen de Hugo Chávez, que circule por internet y colocado en instalaciones del Estado el blasfemo “Credo de Chávez”, además de esto los comentarios, que por tanto decirlo ya rayan en lo ridículo, del “presidente” Maduro aseverando que el ex-mandatario se le apareció en forma de un pajarito. Todo responde a una estrategia de endiosar la memoria del finado jefe del partido de gobierno.

Ya la figura de Chávez
en altares santeros
Los voceros del Psuv, olvidando el pensamiento materialista y dialéctico del comunismo o socialismo que ellos profesan, rezan, oran y piden, primero por la salud del líder, y hoy simplemente por el descanso de su alma. Pero todo está enmarcado en la visión de construir en la población la idolatría socio-política para sobrevivir a la ausencia del líder.  

Ya se escuchan rumores en algunos sectores de Caracas que Chávez ya ha hecho milagros, lo que evidencia que la planificación del régimen marcha sin detenerse, lo que también indica que los herederos del legado de aquél no han podido mantener la herencia popular que se les dejó.

En la lucha emotiva contra la razón normalmente siempre la gana la primera, pero esta victoria debe responder a un plan bien ejecutado; el endiosamiento de Hugo se lleva adelante como una esperanza para mantener con salud o tal vez con vida el chavismo en Venezuela.

Los fuertes comentarios y aseveraciones de calle sobre los nexos y las creencias de Chávez y sus más cercanos colaboradores con la santería ha dejado como resultado que importantes sectores protestantes del país que durante un tiempo acompañaron a éste y a su partido, por la “guerra” verbal del dirigente con la iglesia católica, se estén retirando en sus simpatías, lo cual también se ve en el lado católico donde esta feligresía rechaza las “herejías” de comparar a Chávez con Cristo.

La blasfemia de un gobierno que no respeta la religión

 Hemos visto como algunos actores políticos en Venezuela politizan la religión o mitifican la política, pero lo cierto es que estos grupos casi siempre terminan causando más malestar y frustración colectiva, porque generalmente no mantienen la deidad pagana mucho tiempo o los pueblos se van desengañando y apartando de esa “religión” falsa.


La mitificación, el héroe eterno, es una herramienta muy útil para mantener un principio político y filosófico vivo por años, el peronismo, para citar un ejemplo latinoamericano, se ha mantenido así, pero llevar a ese personaje político, quien quiera que sea, a los niveles de Dios es causar una desazón en sectores creyentes produciendo que estos incentiven en su propio ser la batalla entre la religión y la política. 

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