¿Unidos? |
Cogito ergo sum (@jdsolorzano) -. Desde el comienzo se habló que el
chavismo estaba dividido, mucha tinta corrió por las imprentas analizando la
unión de militares conservadores con el reducto, sobreviviente, de los partidos
de izquierda, fueron muchas las horas que por radio y televisión se trató de
dibujar, criticar o razonar sobre la convivencia de dos grupos tan diferentes
dentro de un mismo partido; hoy 14 años después lo podemos decir su pegamento,
en aquella variopinta estructura, era el liderazgo de Hugo Chávez, nada más.
En las primeras elecciones
regionales y municipales donde participó el chavismo luego de la Asamblea
Nacional Constituyente de 1999 se profundizó los términos militaristas y
civilistas para diferenciar a las dos tendencias que convivían a las sombras de
Chávez y ocupando espacios en el extinto Movimiento Quinta República (MVR) y en
el aparataje del Estado venezolano.
Los grupos políticos
identificados con los militaristas, también apodados como los
"vampiros" eran vinculados, por algunos voceros contrarios, como la
"derecha endógena" y eran integrados generalmente por militares o
civiles poco motivados a compartir el giro socialista del régimen e inclusive
mantuvieron, hasta donde pudieron, el término ambiguo del "proceso"
para referirse a lo que más tarde sería "la revolución".
Por el contrario los civilistas
eran, en su inmensa mayoría, toda aquella masa humana de despojos de la vieja
izquierda y de aquellas generaciones de vástagos de unas glorias pasadas que
jamás ocurrieron; así, con esos dos grupos, es que se da inicio a un gobierno
marcado en el quehacer diario por una profunda división, pero unidos bajo el
carisma de un líder que logró mantener la fiesta en paz, inclusive cuando él se
sumergía más en el neo-comunismo y abandonada en cierto modo los ideales
iniciales, minimizando en el plano teórico a los militaristas, sabiamente los
mantenía contentos con importantes cuotas de poder, ¡su pegamento alterno a su
liderazgo natural!.
El circo, sin el dueño |
Desde la óptica del pensamiento
es público y notorio que el señor Chávez en sus vísperas se basó en las teorías
de Norberto Ceresole, pensador argentino neo-fascista, quien le vendió la
propuesta de Partido-Caudillo-Pueblo, lo que se mantuvo en todo el transcurso
de su carrera política, pero lentamente él se fue alejando del sureño y
comprometiéndose más con los planteamientos y "encantamientos" de
Fidel Castro, lo que lógicamente determinó su afianzamiento en el socialismo propiamente
dicho. Allí, en la doctrina originaria, también hubo una pugna interna, que
volvió a ganar la izquierda.
Así fue evolucionando la fractura
chavista en el país, mientras los civilistas-socialistas gozaban del poder
político más amplio, poseyendo la responsabilidad de profundizar la revolución,
desde las trincheras que el "líder" les otorgaba, los denominados
militaristas-"derecha endógena" era consolada con poder político a
medias, y gran presencia económica.
Los jefes de las dos tendencias |
Estos duelos internos se llevaron
adelante hasta última hora, cuando parecía inevitable la ausencia del
"jefe", Chávez preparó su despedida final y para ello dejó a un
delfín para que continuara su "legado" y aquí nuevamente los
civilistas-izquierdistas vencieron, pero al poco tiempo, con el adiós del
"líder", del "unificador" de aquella merienda, comenzaron a
surgir las apetencias de poder y a más de uno se le abrieron las espuelas, de
esta forma el civilismo se transformó en madurismo, actualmente con el control
del Gobierno (Poder Ejecutivo), y el militarismo mutó en el Diosdadismo que con
la fuerza en el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), en el Parlamento,
y según la grabación con la supuesta voz de Mario Silva, también con poder del
Seniat, Cadivi e importantes núcleos de las Fuerzas Armadas, hace presión y se
impone en algunos casos.
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