Cogito ergo sum-. Siempre se
ha dicho que en la política vale todo,
que en el arte de la pugna partidista resaltan los mismos valores que en la
guerra y en el amor, pero en ocasiones nos resulta demasiado repugnante,
inclusive para quienes estamos cercanos a los hechos políticos, la actitud que
asumen algunos actores de la vida pública, quienes con sus acciones pasan el
límite de cualquier comprensión lógica.
Los últimos hechos políticos que
han protagonizado David De Lima y Ernesto Paraqueima me parecen muy poco
coherentes y realmente anti-éticos, aunque podrá usted aseverar que así es la
política, permítame responderle que esa no es la política que me enseñaron y
los cánones de actuación que figuraban en el quehacer público de nuestros
padres democratizadores de la república.
Tal vez, Don Rómulo Betancourt, el
Dr. Rafael Caldera, el maestro Pietro Figueroa, el Dr. Pedro Del Corral, el
negro Pérez Díaz, Arístides Calvani,
Andrés Eloy Blanco, e inclusive hombres de izquierda como Gustavo
Machado, se hubiesen muerto de la vergüenza si alguno de sus contemporáneos
hubiesen hecho lo que acabamos de contemplar en el comportamiento de los
neo-políticos del socialismo del siglo XXI.
Cuando se viola la moral íntima
de cada quien llegamos al lodazal del espíritu humano, porque la peor de las
traiciones es aquella que nos hacemos a nosotros mismos, es aquella que
realizamos en contra de los principios personales y filosóficos que mueven
nuestra motivación para vivir, por eso juzgo que la posición que han tomado los
ya mencionados dirigentes no pueden responder a una acción política, sino que
es producto del mayor bagazo de la moral personal y de los residuos ya
putrefactos de la anti-ética.
Creo que la política debe
manejarse con consciencia. A pocos instantes de iniciar a redactar este
artículo de opinión, tuve el placer de conversar con el ex gobernador del
estado, el Dr. Ovidio González, quien magistralmente aseveró que la actitud de
los saltadores de talanquera nace de una filosofía amoral de la vida, “no se
puede ser tan malo, no se puede jugar de esta forma tan desleal. Usted puede
tener una posición, pero jamás puede rebajarse a niveles subterráneos”.
Comparto totalmente esta óptica,
además que viene de un maestro decente de la política. Por estas razones me
atrevo a recrearla en este texto, porque sin duda alguna necesitamos que la
ética retorne a nuestra vida pública, necesitamos que hombres de compromiso
asuman la conducción de la república, por eso desde esta humilde trinchera,
inspirado en los valores cristianos de la vida social y común, retomando las
enseñanzas de la Encíclicas papales, reitero que por convicción moral me anotó
con el candidato de la transformación y de la ética social en Anzoátegui, daré
todo por Anzoátegui al lado de Barreto Sira.
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