martes, 7 de agosto de 2012
Crónica de un simulacro en Anzoátegui
Cogito ergo sum-. El sol despuntó en la plenitud de la mañana, el calor tropical hacía sudar al más pintado de los hombres, primero que el alba amanecieron los funcionarios del Consejo Nacional Electoral, quienes al lado de los efectivos de la Guardia Nacional, habían tomado como si fuesen un escuadrón de asalto los tres centros pilotos para el simulacro comicial en Anzoátegui. Ese era el día, tal vez nadie lo había imaginado, pero ese domingo 5 de agosto se demostraría la cohesión democrática y la fractura oficialista.
Los militares más fieles a una ideología política que a su “Honor es la Divisa” actuaron movidos por intereses partidistas. Desde muy temprano pretendieron crear condiciones de ventajismo a favor del oficialismo, pero todos sus esfuerzos, aplaudidos por convidados trajeados de cardenales, cayeron en un abismo de inefectividad.
Grupos de militantes colorados flanqueaban el centro Arreaza Calatrava en pleno Bulevar 5 de Julio de Barcelona, puntos rojos, camiones con perifoneo, volantes que mezclaban el rostro del candidato-presidente con un corazón matizado con los colores de la bandera nacional, eran parte de la avanzada oficial, en una esquina robustecidos con la confianza de tener la mayoría, los simpatizantes de la candidatura de Henrique CaprilesRadonski desbordaban entusiasmo, alegría y fervor a la espera del próximo gobernador de Anzoátegui, Antonio Barreto Sira.
El jefe del Comando Venezuela en la entidad y aspirante a dirigir los destinos de la región, fue el primero en llegar, tardó más de 15 minutos en recorrer una cuadra para llegar a la entrada del Centro piloto, debido a que los barceloneses que transitaban en aquella mañana dominguera el bulevar y los comerciantes de los diferentes expendios salían a su encuentro para manifestarle su adhesión tanto a Capriles como a su opción.
Entró acompañado con un nutrido grupo de anzoatiguenses, al lado iba el abanderado de la unidad para la alcaldía de Barcelona, Carlos Andrés Michelangeli, a pesar que pudieron acceder sin problemas al recinto, quienes iban más atrás del grupo fueron víctimas por instantes de una arremetida de la Guardia Nacional.
“Cierra, cierra esa vaina, que no entre más nadie”, fue una de las expresiones del uniformado que pretendió truncarle el paso a la mitad de los seguidores de Capriles y Barreto Sira, pero la orden surgió demasiado tarde, el intento de acatar la directriz castrense quedó minimizada ante el empuje del pueblo que se abrió paso con energía.
Barreto Sira recorrió las mesas y saludó al personal del CNE. Un grupo de afectos al oficialismo espetaban: “no volverán”, muchos de ellos trabajadores de dependencias del estado, como Providencia Lima, pero el grito de “Unidad” ahogó las expresiones carmesí.
Al retiro del abanderado unitario, arribó Miguel Pérez Abad al simulacro, entre las filas del oficialismo, que hasta ese momento se encontraban relativamente compactas, se evidenció la división. Un sector rodeó al empresario oficialistas, mientras otros caminaron a la esquina al escuchar el rumor de que: “Tarek ya llegó”.
El primero entró al Arreaza Calatrava, mientras que el gobernador saliente esperaba que aquél terminara su recorrido. El clima era hostil, no se saludaron, pero sí hubo connatos de agresión, de ambos grupos algunos marcaron distancia como si de ello dependiera su vida. A pesar de esto Tarek aseguró a la prensa que “demostraremos unidad y disciplina”, pero en aquella mañana quedó expuesto ante el estado la unidad monolítica de la alternativa democrática entorno a Capriles y Barreto Sira, y la hendidura regional del oficialismo. ¿Fisura irreconciliable?, ya veremos.
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