Cogito ergo sum-. Hace una década atrás cursaba mis estudios de Comunicación Social y era activo militante de las filas de la democracia cristiana venezolana, era parte de aquella generación de jóvenes con inquietudes políticas que en aquellos días observamos con incredulidad y esperanza los hechos que marcaron los “idus” de abril del 2002 y que a su vez dejaron su impronta en el quehacer público posterior.
Si algún episodio de la vorágine política carmesí tiene el valor necesario para ser evaluada por la historia, sin duda alguna son esos días de abril de hace 10 años atrás. El gobierno de Hugo Chávez enflaquecía en su apoyo popular, millones de venezolanos salían a las calles a manifestar su rechazo a las medidas que impulsaba una gestión que aún no descubría su real rostro comunista, pero la carencia de partidos políticos con fuerza y el clima de la anti-política seguía vivo en las almas y corazones de una nación inmersa en una diatriba descomunal, esto conllevó a que la dirección de una serie de hechos políticos estuvieran en las manos de novatos y de actores de la sociedad civil que desconocían las verdaderas dimensiones de las decisiones que tomaron o que dejaron de hacerlas.
El 11, 12 y 13 de abril son momentos que no se olvidarán fácilmente, y menos para aquella generación de estudiantes universitarios que vimos como la fuerza ciudadana echaba por tierra a un régimen que ordenó disparar en contra de la marcha pacífica de venezolanos que manifestaban su rechazo en contra de las políticas de una administración que se volvía cada vez más ciega, sorda y muda, pero también fuimos testigos de cómo la inexperiencia en el poder es nefasta e inclusive perjudicial para la salud pública de un país, vimos acceder al poder a la “anti-política” que no logró sentarse en la silla cuando ya estaba siendo desalojada del palacio de Miraflores.
En aquellos días de abril Venezuela se debatía en un mundo irreal, quienes éramos jóvenes para entonces comprendimos la necesidad de continuar la lucha a favor de una mejor nación, de prepararnos para momentos difíciles y de enfrentar con gallardía los reveses, pero con altura las victorias, de ese momento de la historia nació una casta política de muchachos que luego fueron reforzados con la ya heroica generación del 2007.
Abril también significó un mes importantísimo para la democratización de las comunicaciones, a pesar que el régimen ha pretendido satanizar aquel episodio cuando las televisoras nacionales partieron la pantalla de dos dejando a un lado la imagen del Jefe del Estado en cadena nacional aseverando que todo estaba en calma y por el otro las horrorosas imágines de miles de personas corriendo por doquier ante el fuego incesante de unos tiradores a discreción, representa un momento que debe ser analizado a través de un cristal más imparcial, debido a que los medios, en esta humilde consideración, no atentaron en contra de la libertad sino por el contrario la hicieron efectiva.
Todos los años en abril debemos recordar que unidos los venezolanos somos capaces de grandes cosas, como aquella marcha de cerca de un millón de personas que desestabilizó a un gobierno de boinas rojas y de un claro sentir antidemocrático, pero también debemos recordar que la organización política es necesaria para la conducción política de un país.
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