Látigo en la espalda
del pobre negro esclavo
varios a la luz del alba
van cantando pregón claro
despertando entre olores
en aquellos sembradíos de cacao.
Aromas con los humos del café
negrito como Tomasa y Benito
así la bebida muestra su tez
como la negrura de la noche
cuando la luna no se ve
igual a la piedra de azabache
que a la brujería pue’ vencé
ese es el color tostaito
de barloventeños lleno de fe.
¡Ah, negra! De la madrugada
naciste vestida de luto
agita los colgaderas del sueño
de tu negro va pa’l conuco
cantando vidas de trabajo
cosechando semillas de su fruto
pa’ comedse al fina de la faena
un pedazo de pan duro.
Tambor que suena en el viento
con zic-zac de cintura negra
como trapo que da vueltas
al son de cantares y lamentos
descalzos va todos en la arena
bajo un sol de firmamento
y una melodía que suena
hasta el cielo de los negros.
José Dionisio Solórzano.
jueves, 13 de marzo de 2008
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