Por José Dionisio Solórzano
Cogito ergo sum-. Venezuela quedó completamente ensimismada ante la
noticia del nuevo naufragio de venezolanos a escasas millas náuticas de Güiria;
el país quedó conmocionado ante las espantosas imágenes de los ahogados.
Y al ver esas fotos solo puedo
pensar que la nación entera naufragó. Sí, desde hace mucho tiempo perdimos el
norte, la brújula y el timón, naufragamos como Estado, como República y como
nación.
Venezuela naufragó, lo hizo desde
el punto de vista económico, pues la inflación, la devaluación, la poca
producción, la destrucción de la iniciativa privada, la dolarización de hecho
mas no de derecho, todo son realidades del caos en el cual estamos sumergidos.
Naufragamos desde la óptica
política, somos un país sin institucionalidad, sin orientación clara. Un país
anarquizado, sin dirección política; estamos divididos entre dos tendencias que
están plenamente divorciadas entre sí y cada una halando hacia su propio lado.
Tenemos dos presidentes, dos
parlamentos, dos tribunales supremos, y hasta dos entes electorales. Esta
dualidad, esta fragmentación de la institucionalidad es solo explicable cuando
reconocemos que nos extraviamos como país.
Y, el más terrible de todos los
naufragios es el social. Somos una sociedad empobrecida, enflaquecida, sin
educación, sin una guía moral definida; estamos en el foso más profundo.
Perdimos el horizonte por completo.
Somos un país donde el Pran de la
cárcel es más poderoso y más respetado que el doctor del hospital y el maestro
de la escuela. Somos un país donde quienes velan por la salud y la educación de
la sociedad están subpagados y maltratados.
Aquí el militar manda y el civil
obedece. Aquí el inculto tiene poder y el profesional termina manejando un taxi
o bachaqueando con lo que sea. Perdimos el sentido de lo lógico, de lo correcto,
de lo ético.
Naufragamos el mismo día que el
finado dijo "quien roba pan por hambre, no es un ladrón"; cuando
exclamó frente a las pantallas de la televisión "exprópiese". Allí
empezamos a perderlo todo, a perder el país y a naufragar por completo, ese fue
el momento en que tomamos la ruta equivocada.
Hoy nos espantamos al ver los
cadáveres flotando de unos compatriotas que desesperados salieron del país; hoy
nos lamentamos por sus muertes y por el dolor con los que dejan a sus
familiares, sin embargo las causas que ocasionaron la tragedia siguen allí
intactas, conservadas por la incapacidad de todos de lograr un cambio real en
Venezuela.
Estamos flotando en medio de una
crisis, los venezolanos somos naufragamos que nos sostenemos abrazados a
pedazos de madera, y salvavidas mal hechos; somos naufragamos que intentamos
nadar hacia una orilla, y cuando pensamos que estamos cerca, el oleaje nos
lleva otra vez a las aguas profundas de la anarquía nacional.
Es hora que enseriemos la cosa.
La dirigencia nacional debe ir más allá, no podemos limitarnos a logros
tácticos sin estrategia pensada. Ya basta de acciones que parecen avances, pero
terminan en nada. Es momento de crear soluciones y hacer que éstas se
materialicen en bien de los venezolanos.
El país no aguanta más, nos urge
hacer algo o terminaremos todos como los "balseros de Güiria".
¡Para mí el guarapo dulce, el
café amargo y el chocolate espeso!